martes, 16 de diciembre de 2008

PRONTO

Y soñamos con robots pero no somos más que la representación de ellos mismos hechos a escala. No podemos darnos cuenta que nuestras fantasías futuristas son una verdadera analogía de este hombre post-moderno, quien hace ya mucho tiempo se quedó dormido y ahora lentamente comienza a despertar. Somos verdaderas máquinas, con un chip quien sabe dónde, encargado de hacernos actuar según el protocolo social lo vaya determinando. Nuestras acciones ya no son nuestros deseos, sino simplemente las necesidades de otro, nuestras acciones se han remitido al cumplimiento cabal del protocolo social. Es el chip quien nos enferma, son los paradigmas que hemos almacenado inconcientemente dentro de nosotros. Entonces la vida está llena de reglas que no permiten al hombre poder cumplir su misión en la tierra, en un mundo sin aparentes fronteras.